Seis décadas después de la adopción de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, está por cumplir el respeto de unos derechos humanos universales e indivisibles, que permitan hacer efectivo el derecho a un nivel de vida digno y el ideal del ser humano libre. Sólo en 2007 1.252 personas fueron ejecutadas en 24 países, se documentó tortura y malos tratos en 81 países, en 45 países hay presos y presas de conciencia, 854 millones de personas sufren la tortura del hambre y 1.100 millones no tienen acceso a una vivienda digna.
La Premio Nobel de la Paz, Aung San Suu Kyi, la más conocida de los cerca de 2.100 presos políticos de Myanmar, cofundadora del principal partido de oposición, la Liga Nacional para la Democracia, ha pasado 13 de los últimos 19 años detenida, y desde 2003 está bajo arresto domiciliario.
Su continuada ausencia es un recordatorio de la represión existente en Myanmar y de que la promesa de un mundo en que todas las personas disfrutan de todos los derechos humanos sigue siendo traicionada.
En el 60 aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, exige la inmediata e incondicional puesta en libertad de Aung San Suu Kyi y pide a la comunidad internacional que asuman su compromiso con los derechos humanos proclamados en la Declaración Universal de Derechos Humanos. Para que casos como el de Aung San Suu Kyi no sigan sucediendo.
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